EL YOGA DE LA NUTRICIÓN
Este libro de Omraam
Mikhaël Aïvanhov sorprende por su visión sobre la forma de nutrirnos. No habla
de alimentos sino de actitudes y desbanaliza totalmente un hecho tan cotidiano
como el de comer. Considera la nutrición un yoga porque, el saber comer exige
concentración, atención, autocontrol, y también inteligencia, amor y voluntad.
Me pareció interesante
compartir estas enseñanzas a modo de extracto y utilizando sus propias
palabras. Al tener que reducirlo a un artículo he dado más relevancia a los
temas que, a mi modo de ver, son más básicos.
El Yoga de la Nutrición nos enseña a ser
conscientes de lo que representa el acto de comer, la importancia de la actitud
que adoptamos, la vibración que obtenemos de los alimentos y de que no solo
estamos nutriendo nuestro cuerpo físico, sino también otros cuerpos más
sutiles, donde residen sus funciones psíquicas y espirituales (cuerpos etérico,
astral, mental, causal, búdico y átmico) y en cómo alimentar estos cuerpos
sutiles que por falta de conocimiento, pueden estar desnutridos.
Niña con melocotones - Daniel G. Poblete |
ALIMENTARSE, UN ACTO QUE CONCIERNE A LA TOTALIDAD DEL SER
Nos dice Omraam que
sabemos, más o menos, alimentar nuestro cuerpo físico, pero no sabemos
alimentar el resto de nuestros cuerpos: el cuerpo etérico (o cuerpo vital), el
cuerpo astral (asiento de los sentimientos y emociones), el cuerpo mental
(asiento del intelecto), y menos aún los demás cuerpos superiores.
El estado en el cual se
traga el primer bocado es extremadamente importante. Es pues necesario
prepararse para hacerlo en las mejores condiciones posibles, ya que este primer
bocado es el que desencadena interiormente todos los resortes. Luego estas
fuerzas que se han desencadenado no se detienen en el camino, sino que van
hasta el final.
Tengamos en cuenta que
la boca, la primera que recibe el alimento, es el laboratorio más importante,
pues es el más espiritual. La boca desempeña en un plano más sutil el papel de un
verdadero estómago; absorbe las partículas etéricas de la nutrición, las
energías más finas y más poderosas, mientras que los materiales más groseros
son enviados al estómago.
Por eso hay que masticar
muy bien los alimentos; la masticación afecta especialmente al cuerpo físico.
Para el cuerpo
etérico hay que añadir la respiración. Ya que el aire aviva la llama, las
respiraciones profundas durante la comida producen una mejor combustión. La
digestión no es más que una combustión, que permite al cuerpo etérico retirar
del alimento las partículas más sutiles. Siendo el cuerpo etérico el portador
de la vitalidad, de la memoria y de la sensibilidad, nos beneficiamos de su
buen desarrollo.
El cuerpo astral
se nutre de sentimientos, de emociones, y por lo tanto, de elementos que están
hechos de una materia aún más fina que las partículas etéricas. Deteniéndonos
algunos instantes con amor hacia los alimentos, preparamos nuestro cuerpo
astral para extraer partículas más preciosas que las partículas etéricas. Cuando
el cuerpo astral ha absorbido ya dichos elementos, está en condiciones de
suscitar sentimientos de un orden extremadamente elevado: el amor hacia el
mundo entero, la sensación de ser feliz, de estar en paz y de vivir en armonía
con la Naturaleza.
Nos dice Omraam que si
alimentamos nuestro cuerpo astral experimentaremos sensaciones de bienestar
indescriptibles que nos llevarán a manifestarnos con generosidad y tolerancia.
Para alimentar el cuerpo
mental, es necesario concentrarse en la nutrición. Puesto que el alimento
representa una manifestación de la Divinidad, hay que estudiarlo bajo
todos sus aspectos: de dónde viene, qué contiene, cuáles son las cualidades que
le corresponden, qué entidades se han ocupado de él, por qué hay seres
invisibles que trabajan sobre cada árbol, sobre cada planta. Al estar el
espíritu absorto en estas reflexiones, se extraen del alimento elementos
superiores a los elementos del plano astral. De ahí nace una lucidez, una
penetración profunda de la vida y del mundo.
Más allá de los cuerpos
etérico, astral y mental, poseemos otros cuerpos de una esencia aún más
espiritual: los cuerpos causal, búdico y átmico, donde residen la razón, el
alma y el espíritu, que deben ser también alimentados. Los nutriremos
dejándonos penetrar por un sentimiento de gratitud hacia el
Creador. La gratitud es capaz de transformar la materia grosera en luz,
en alegría, y es necesario aprender a utilizarla.
Si sabemos alimentar
nuestros tres cuerpos superiores, las partículas más sutiles que habremos captado
de esta manera, se distribuirán por todos los órganos, por el cerebro y el
plexo solar. Empezaremos a darnos cuenta de que tenemos otras necesidades,
otras alegrías, de una naturaleza superior.
HRANI YOGA
Nos dice Omraam que la
nutrición será considerada como uno de los mejores yogas que existen, aunque
esto no se haya mencionado antes. Todos los demás yogas: Raja-, Karma-, Hatha-,
Jnana-, Kriya-, Agni-yogas son magníficos, pero se precisan años para obtener
algún resultado. Mientras que con Hrani-yoga (así es como él lo llama), los
resultados son muy rápidos. Es el yoga más fácil, el más accesible: lo
practican todas las criaturas sin excepción, aunque de forma todavía
inconsciente; toda la alquimia y la magia están contenidas en este yoga, el más
desconocido y el peor comprendido hasta hoy.
Tres veces al día, por
lo menos, tenemos las mejores posibilidades para unirnos a la divinidad, esto
para quien esté muy desbordado y piense que no puede tener una vida espiritual.
Por ello nos aconseja
que, al menos en las comidas, hagamos este trabajo de interiorización. Aunque
no se vea, ni nadie lo aprecie, estamos acumulando riquezas y
desarrollando nuestras mejores cualidades.
LA ELECCIÓN DEL ALIMENTO
Cuando se trata de
recibir las partículas alimenticias más sutiles hay que estar consciente,
despierto, lleno de amor. Entonces, el organismo entero está dispuesto a
recibirlas de una manera tan perfecta, que el alimento, a su vez se abre
y nos ofrece sus energías más puras y más divinas.
Aquellos que se ocupan
de dietética aconsejan ciertos alimentos y desaconsejan otros. Pueden tener
razón, naturalmente, pero lo que hay que vigilar ante todo es la forma de
comer. Nos dice que comamos lo que queramos pero que lo comamos como es debido
y en cantidad razonable para encontrarnos bien.
Mantenerse en silencio
durante las comidas es importante pero no suficiente. Este silencio
debemos llenarlo con los pensamientos y sentimientos más elevados, porque
entonces se convierte en algo poderoso y mágico que posee todos los elementos
necesarios para la alimentación de nuestros cuerpos más sutiles. El silencio no
es un vacío, no existe el vacío en la naturaleza; todo está lleno de fuerzas,
de materiales, de elementos cada vez más puros, y a medida que uno se eleva
hasta las regiones superiores, este silencio poderoso y mágico resulta una mina
de riquezas de la que podemos abastecernos.
Imagen de Valdir Ribas Rodrigues |
EL VEGETARIANISMO
La diferencia entre la
nutrición carnívora y la nutrición vegetariana reside en la cantidad de rayos
solares que contienen. Las frutas y las verduras están tan impregnadas de luz
solar que se puede decir que son una condensación de luz. Cuando se come una
fruta o una verdura se absorbe, pues, luz solar de manera directa, la cual deja
muy pocos residuos en nosotros. Mientras que la carne es más bien pobre en luz
solar, por lo que está sometida a una rápida putrefacción. Todo aquello que
sufre una rápida putrefacción es nocivo para la salud.
También nos dice
que la persona que come carne absorbe el veneno que segrega el animal
cuando es llevado al matadero. Éste intuye lo que le espera y debido al terror
que siente, sus glándulas sufren un desajuste y segregan un veneno. Además,
quien come carne mantiene un lazo invisible que le une al mundo de los animales
y aparte que, al quitar la vida de un animal, se le quita las posibilidades de
evolución que tenía en esta existencia.
Respecto al pescado, hay
que tener en cuenta otros hechos. Los peces se encuentran desde hace millones
de años en muy malas condiciones evolutivas. Su sistema nervioso sigue siendo
muy rudimentario. Por lo tanto, está bien comerlos porque ello les hace
evolucionar.
Para terminar este tema
nos dice que el vegetarianismo tampoco es todopoderoso: ¡Hitler era
vegetariano! Mientras otros que comían carne o una comida inadecuada, se
convirtieron en santos y en profetas porque habían dado preponderancia al
espíritu.
LA MORAL DE LA NUTRICIÓN
Algunos se imaginan que
es necesario comer mucho para tener buena salud y fortaleza física. No es así,
sino al revés: comiendo mucho se fatiga el organismo, se estorban y se bloquean
los procesos digestivos y esto lleva consigo sobrecargas inútiles que es casi
imposible eliminar más tarde. Seamos comedidos al comer, porque es una cuestión
que va mucho más allá del ámbito de la nutrición. Por otra parte, aprendiendo a
comer con mayor conciencia y amor, aún disminuyendo la cantidad de comida a la
mitad o más, obtendremos de ella energías extraordinarias.
Naturalmente, cada uno
debe saber la cantidad de alimento que le conviene. No todos tenemos el mismo
estómago.
EL AYUNO
Aunque un alimento sea
puro, deja residuos en nosotros; por ello, es bueno ayunar de vez en cuando
para permitir al organismo hacer el trabajo de limpieza necesario.
Ayunar es una costumbre
saludable, y sería deseable que cada uno ayunara cada semana durante
veinticuatro horas, si las condiciones se lo permiten, consagrándose muy
particularmente a un trabajo espiritual: uniéndose a entidades luminosas,
escogiendo música y lecturas que puedan inspirarle, purificando sus
pensamientos y sentimientos. Aquellos que se someten a esta disciplina del
ayuno, comprueban, después de algún tiempo, que las materias que el organismo
elimina por las vías naturales pierden su olor.
Un ayuno de varios días
puede también ser benéfico, pero para ello también hay que encontrar las
condiciones convenientes.
Imagen de Fiona Owen |
LA LEY DE LOS INTERCAMBIOS
Si uno estudia las leyes
de la nutrición, puede comprobar que se encuentran por todas partes en el
universo, puesto que son estas leyes las que rigen los intercambios ente el sol
y los planetas, y son válidas en todos los ámbitos, y en particular, en el del
amor. E incluso las leyes de la concepción y de la gestación son idénticas a
las de la nutrición.
Los intercambios son la
base de la vida: intercambios con los alimentos, el agua, el aire, los seres
humanos, pero también con todas las criaturas del universo, con los Ángeles,
con la Divinidad. Los intercambios consisten en comer y beber en todos los
ámbitos, no únicamente en el plano físico. Así pues, cuando Omraam dice que la
nutrición debe ocupar el primer lugar, habla de la nutrición en todos los
planos, de los intercambios que debemos hacer con las diferentes regiones del
universo para alimentar todo en nosotros, desde nuestro cuerpo físico hasta
nuestros cuerpos más sutiles. También insiste en la necesidad de purificarse,
tanto en el plano físico como en el psíquico, ya que la pureza restablece las
comunicaciones, y una vez restablecidas, podemos recibir las corrientes de
energía luminosa que circulan por el universo.
La oración, la
meditación, la contemplación y el éxtasis son también una clase de nutrición,
la mejor, la más sublime, pues saboreamos un alimento celeste, la ambrosía.
Todas las religiones hablan del brebaje de la inmortalidad que los alquimistas
llamaron el elixir de la vida inmortal. Y es verdad que se puede encontrar este
elixir en el plano físico, pero con la condición de buscarlo en las regiones más
elevadas, en las más puras.
EL SENTIDO DE LA
BENDICIÓN
Las palabras y los gestos
de bendición envuelven el alimento con emanaciones y fluidos que lo preparan
para entrar en armonía con aquéllos que van a consumirlo; de esta forma se crea
en los cuerpos sutiles una adaptación que les permite percibir de mejor manera
la riqueza contenida en este alimento.
Los que en el pasado
instauraron estas prácticas eran conscientes de su significado mágico, pero
ahora este significado se ha perdido. La bendición tiene como objetivo atraerse
al alimento, pues es necesario comprender que éste posee su vida propia y que
sus vibraciones no están siempre de acuerdo con las nuestras. Así pues, debemos
magnetizarlo para darle algunas partículas de nuestro ser, para cambiar el
movimiento de sus partículas y convertirlo en amigo. Entonces se abrirá y derramará
sobre nosotros todas las riquezas que contiene.
Se puede sonreír a los
alimentos como a un animal que se quiere domesticar. Los animales, las plantas,
los seres tienen necesidad de sentir amor para dulcificarse. Lo mismo ocurre
con los alimentos... e incluso con los medicamentos. Para que un medicamento
sea verdaderamente aceptado por nuestro organismo y actúe eficazmente sobre él,
debemos trabajar sobre su materia etérica. Incluso una piedra en nuestra mano
puede vibrar amistosamente hacia nosotros o no. Si sabemos cómo hacer para que
nos sea favorable, puede incluso protegernos y curarnos.
Aprendamos a despertar
todos los poderes que están dormidos en nosotros a través de siglos de inercia
y de estancamiento. Concentrémonos, meditemos, recemos, hagamos ejercicios.
Tengamos siempre el deseo de añadir algo más a nuestra existencia, algo más
puro y más sutil.
He aquí hasta dónde se
debe llegar para comprender la nutrición. Para poder ser útiles a toda la
creación, para aportar también nosotros un elemento divino al mundo entero,
debemos aprender a vivir una vida perfecta para que todo a nuestro alrededor
quede impregnado de luz. Y teniendo este ideal de convertido todo en algo más
vivo, más luminoso, más bello, nos transformamos, pues entonces se produce en
nosotros una movilización, y aparecen, para ayudarnos, colaboradores del mundo
invisible.
Teresa
Omraam Mikhaël Aïvanhov
Nacido el 31 de enero de 1900 en
el seno de una familia pobre originaria de una pequeña aldea en Macedonia,
mostró a muy temprana edad un elevado interés por el estudio de temas de índole
espiritual. A los 17 años encontró a Peter Deunov, que se convirtió en su
maestro. Su formación al lado de Deunov lo llevó hasta Sofía, donde cursó
estudios universitarios.
Deunov fundó la Fraternidad
Blanca Universal, en la que centró su misión de “ayudar al ser humano en el
nacimiento de un nuevo ciclo espiritual en el ámbito de las verdades de
siempre, los ideales divinos que le conduzcan a la edad del oro que todos los
profetas, santos y hombres de buena voluntad han invocado durante siglos”.
Presintió que su movimiento iba a ser prohibido en Bulgaria y destinó a Mikhaël
a Francia en 1937. Así, su tarea principal se centró en continuar con el
desarrollo y transmisión de dichas enseñanzas.
En 1959 viajó a la India. Fue un
viaje de crecimiento espiritual que duró un año entero. Allí recibió el nombre
de Omraam, compuesto por las palabras sánscritas “Om” (lo Absoluto o Divino) y
“Ram” (mantra que representa el elemento Fuego).
A lo largo de cincuenta años de
trabajo en Francia realizó más de 5000 conferencias. Su enseñanza se basó en la
transmisión oral. A partir de 1969 confió a una discípula suya la tarea de
transcribir su obra a partir de notas estenografiadas y vídeos. Estas obras son
actualmente editadas y distribuidas por la Editorial Prosveta.
Si algo caracteriza a Omraam
Mikhaël Aïvanhov es una expresión clara y directa. Consigue que temas de gran
dificultad, por elevados, se hagan comprensibles y entendibles para una gran
mayoría de personas. Utiliza un lenguaje plano, claro, sin rodeos y con muchos
ejemplos de nuestra vida diaria.
Omraam Mikhaël Aïvanhov dejó este
mundo, el 25 de diciembre de 1986.
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