T E R C E R A P A R T E
El Cuerpo causal, un plano adicional
Durante la segunda fase, hace millones de años, del
desarrollo en el planeta Gaia de la cuarta Jerarquía creadora solar, los ’Hijos
del Hombre’, la facultad mental del Ser humano no se desarrollaba al ritmo
adecuado. Permanecía incapaz de entrar en consonancia consciente con los
aspectos más básicos de la Sabiduría divina. Para remediar esta situación, Sanat
Kumara, el Señor del Mundo, Anciano de los Días e Iniciador único,
llegó, según los escritos ígneos grabados en los éteres místicos del Akasha, a
un acuerdo con la quinta Jerarquía creadora solar, ‘los Hijos de la Mente’,
los ‘Ángeles Solares’ de origen venusiano. Habían acabado, a la perfección,
el desarrollo de la totalidad de sus facultades mentales y estaban en “pralaya”
o reposo cósmico.
Este acuerdo entre la
cuarta Jerarquía creadora solar de ‘los Hijos del Hombre’ y la quinta de
‘los Hijos de la Mente’ ha sido una verdadera iniciación de la Raza de
los Seres humanos. Otorgó que los Ángeles Solares crearan, al servicio de cada
Conciencia humana, ‘un plano mental adicional’ más receptivo a la
Conciencia cósmica. Su sustancia mental y astral está compuesta de cuarks
“ultérrimos” (sub cuánticos) llevando las cualidades de Luz y Amor de origen solar.
Este plano adicional fue encarnado a la
frecuencia del 3er. sub plano gaseoso cósmico. La Tradición inmemorial
llama a esta envoltura humana añadida el ‘Cuerpo causal’. Hoy en día es
conocido como el aura del Ser humano. Esta facultad mental, complementaria al
servicio de cada Ser humano, es regida por un Ángel Solar individual
particular.
Cuando la capacidad de la propia facultad mental humana será
capaz de entrar plenamente, ella misma, en consonancia directa con la
Sabiduría, emanando de su SER oculto interior, será retirado este Cuerpo causal
de origen angélico y los Ángeles Solares asumirán otras tareas en el cosmos.
La Mónada humana
La esencia de la Mónada humana es un átomo inmaterial auto consciente. Es la primera envoltura constitutiva del Ser humano encarnado. Vibra a la alta frecuencia del plano cósmico etérico segundo.
Esta esfera atómica de la Mónada potencia la manifestación
directa y primordial en el tiempo-espacio de los Poderes creativos divinos del
plano cósmico etérico primero. A una
frecuencia cuántica oculta elevadísima, estos Poderes son engendrados por el ‘eterno
Núcleo de Fuego’ humano, quintaesencia metafísica del divino Ser oculto
interior, el ‘Adi’, el Hijo del Hombre.
El meditador atento y con
la sensibilidad hiper alerta puede resentir la sutil existencia de la Mónada.
Se le aparece como una misteriosa y muy íntima ‘Presencia’
carismática. Maravillado, experimenta el impacto de lo que irradia. Es Amor
puro, Luz y puro Poder creativo. Los cristianos la reconocen como ‘la
Presencia crística interior’.
Ya hemos explicado en un pasaje anterior, que la Sabiduría
inmemorial enseña que la Mónada es “El Uno, el triple Espíritu en su
propio plano. Se proyecta como la Tríada unificada Atma-Budi-Manas”
(Véase el organigrama).
El
nombre de la Mónada proviene de la palabra griega ‘monos’, que significa ‘único’. Es “el uno”.
“El triple Espíritu en su propio
plano”, se refiere a las tres cualidades creativas espirituales, Poder-Amor-Luz
de la Mónada. Son manifestadas a la elevadísima frecuencia del plano cósmico
etérico segundo.
Estas
tres cualidades creativas del “Triple Espíritu” incitan
arduamente la Mónada a realizar el deseo de manifestación del Ser oculto
interior en el físico denso. Por la proyección de su Triple Espíritu bajo
forma de una “Tríada unificada”, la Mónada transforma las
cualidades Poder-Amor-Luz en “Atma-Budi-Manas”. Aparecen así los
planos 3º, 4º y 5º de la constitución humana. Elaboran las envolturas del verdadero
Yo, que Sofía, la sapiente, el Alma, la intuitiva, y la Personalidad con su
claro pensar, encarnan.
Para que permanezcan, más allá de cada encarnación, los frutos
de su obra de Arte divino, la Mónada ha instalado en cada plano de las
envolturas “Atma-Budi-Manas” 3 ‘átomos permanentes’.
Graban en la memoria akashica etérica todas las experiencias vividas en cada
encarnación del Ser humano encarnado. Permiten que la conciencia espiritual del
verdadero Yo, con su Atma-Budi-Manas, sobreviva a la muerte terrenal.
Y es así como, entrando en encarnación, la Mónada transforma
por su Presencia dinámica la Vida de su ‘eterno Núcleo de Fuego’ en
la Existencia de un Ser humano con la capacidad, privilegio
único, de actuar en el tiempo-espacio con una soberana autoconciencia.
El
despliegue de la Tríada unificada del Ser humano
La Tríada unificada Atma-Budi-Manas’ proyectada por la Mónada desarrolla y perfecciona sin cesar la existencia física, etérica y espiritual de cada Ser humano. Hace este desarrollo en cinco fases.
Durante la primera fase, la Mónada del plano cósmico etérico segundo crea, con su Espíritu triple, el ATMA activada a la frecuencia del plano
cósmico etérico tercero de la Constitución
humana. Es el 1er. aspecto de la
Tríada unificada, que el verdadero Yo encarna. Anima a la Inteligencia
creativa divina del Ser humano. Es encarnada por Sofía, la divina,
irradiando su ‘santo Espíritu’. Bajo el
impulso del Poder amoroso y luminoso de la Mónada, Sofía proyecta y crea
en el espacio-tiempo con estas cualidades espirituales únicas emanando
de la Quintaesencia del eterno núcleo de Fuego del Ser oculto
interior.
Durante la segunda fase de desarrollo, la Presencia monádica activa la
frecuencia menor del plano etérico cuarto de
la constitución humana, el BUDI. Es el 2º aspecto de la Tríada
unificada del verdadero Yo. En esta fase de desarrollo, la divina conciencia de
la Presencia monádica, mediante la Inteligencia activa de Sofía, informa
al Alma. Por esta iniciación intuitiva, el Alma desvela, en
función de su propio desarrollo, ciertos reflejos mágicos de la Sabiduría del
Ser oculto interior.
Esos destellos de la intuición del Alma pueden ser
captados por unas pocas mentes humanas avanzadas y ya en consonancia con tales
frecuencias.
Durante la tercera fase, al nivel frecuencial del plano gaseoso, el 5º plano de la constitución
humana, MANAS, el 3er. aspecto de la
Tríada unificada, encarnado por el verdadero Yo, infunde los brillos de Luz del
Alma en el Fuego de la Mente superior.
Son canalizados, vía el Cuerpo
causal, por la mediación del Ángel Solar, heraldo prestigioso del
Alma.
Un mayor número de Seres humanos
encarnados ya son sensibles a tales reflejos luminosos búdicos transmitidos por
el Ángel Solar y asimilados por el mental superior.
Durante las dos últimas fases, mediante las ondas del plano cósmico líquido y cósmico denso del 6º y 7º planos de la constitución humana,
el Poder de la Conciencia cósmica de la Tríada unificada Atma-Budi-Manas,
del verdadero Yo plasma, activa, motiva las envolturas astral y físico
denso del Ser humano. Clarifica la inteligencia humana. Enciende el
Ardor del corazón físico. Purifica el cuerpo biológico, para que el Ser humano
se haga diáfano y afinado, una maravillosa criatura capaz de traducir las
coloridas melodías emanando del Ser oculto interior humano.
Y es así como, por fin, este complejo proceso
de desarrollo de la Tríada unificada realiza la razón de ser de la
existencia humana. Ahora, el cuerpo físico de la Personalidad transparenta el
carisma de su autenticidad. La Presencia monádica o el Cristo interior
entreluce e irradia ya el esplendor del Ser oculto interior.
Misión cumplida. El Hijo del Hombre,
dejando el doble cuerpo físico-etérico puede pasar, con la cosecha de sus
experiencias terrenales, a otras dimensiones. Puede también elegir quedarse aún
en las dimensiones terrenales, poniéndose al servicio del trabajo de perfección
de los demás humanos en desarrollo.
Esta obra de divinización del Triple Espíritu
de la Tríada unificada es claramente ilustrada en la escena del monte Tabor de
las Escrituras sagradas (Mt 17:1). Describe la manifestación deslumbrante de la
divina Presencia de Cristo, la Mónada, por la radiación espectacular del
cuerpo físico denso del Maestro Jesús.
Los tres aspectos del Yo
Según la Tradición inmemorial, el
destino terrenal del Ser humano es regido por tres estados principales de
conciencia. Son expresados respectivamente por el pequeño yo, el verdadero Yo y
el YO SOY.
El Pequeño yo y la Personalidad
En los tres
mundos inferiores del tiempo-espacio, reina la autoconciencia relativa del ‘pequeño
yo’. Se presenta bajo su máscara típica, la Personalidad.
La sede de la conciencia del pequeño yo se sitúa en el
núcleo energético de la mente humana, el ’Punto medio’. Es un
lugar de contacto etérico situado entre los dos hemisferios del cerebro humano,
cerca de la glándula pineal, su expresión biológica. Aquí, las experiencias
acumuladas se convierten en la autoconciencia del pequeño yo.
Será en este ‘Punto medio’ donde la Personalidad,
afinada y sensibilizada por sus experiencias, será inspirada por el ‘Verdadero
Yo’, el Alma’, que capta y refleja constantemente la Conciencia
metafísica del Ser oculto interior, YO SOY.
El
verdadero Yo, el Alma
El ‘verdadero Yo’ es otro
aspecto de la autoconciencia humana. Es el vehículo de la conciencia espiritual
de la Tríada unificada. Proyecta visiones importantes recibidas de la
Conciencia cósmica del Ser oculto interior en los tres planos
Atma-Budi-Manas de la existencia biológica humana. Posee un rol de intermediario
superior. Su aspecto más conocido es el Alma. El Ángel Solar es el regente de su facultad intuitiva. Es
su Heraldo.
El
YO SOY, conciencia cósmica del Ser oculto interior
El Ser oculto interior encarna el prototipo de la
futura existencia biológica del Ser humano, el ‘Anthropos’. Ha
sido soñado por la Autoconciencia universal. La Tradición esotérica la
llama misteriosamente ‘YO SOY’. Su conciencia cósmica transforma el arquetipo ‘Anthropos’ en
la existencia biológica de un individuo humano, huésped del planeta Gaia.
YO SOY es Fuego, el Fohat individualizado, quintaescencia del Hijo del Hombre. La Tradición lo describe como la
Conciencia divina del Ser oculto interior humano, expresándose mediante
su ‘eterno Núcleo de Fuego, que se oculta a sí mismo’. Matizando
el concepto de su quintaesencia oculta, el Antiguo Comentario añade, que ‘sólo
es conocido a través de la irradiación y por aquello que irradia’. El Ser humano puede experimentar y resentir esta
irradiación como una imponente Presencia.
La Tradición la llama Mónada o Cristo. Sin parar, el Fuego
creador del ‘Yo Soy’ transforma su Vida divina en Existencia
nuestra y transmuta nuestra Existencia en Vida suya.
William
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