El Antiguo Comentario

El Antiguo Comentario

Cuerpo Causal y Ángel Solar (VI)


Solar Angel - Peter Fich


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EL ÁNGEL SOLAR
 Parte VI
Los Hijos de la Mente al servicio de los Hijos del Hombre

Como ha sido descrito en la parte V del estudio del Cuerpo Causal, los ‘Hijos de la Mente’, los Devas solares, que pertenecen a la quinta Jerarquía creadora solar, se han puesto al servicio de ‘los Hijos del Hombre’ de la cuarta Jerarquía creadora solar. Se encarnaron, respondiendo al Propósito del Gran Consejo del Sistema solar, en los planos etéreos de la existencia física densa humana. Lo hicieron con el propósito de afinar la facultad mental humana de tal manera, que fuera posible entrar en consonancia con el mundo sutil de su Alma y de su Espíritu universal encarnado por la divina Sofía.
Cuando los Seres humanos llegaron a un desarrollo adecuado de su mente, los Ángeles Solares instalaron el Cuerpo Causal, de composición mental puro que vibra a la frecuencia del 3er. subplano superior de la mente humana (véase el organigrama). Al beneficio de la mayor parte de los Seres humanos, las energías luminosas ascendientes de este Cuerpo Causal transformaron el centro coronario humano en un espléndido ‘Loto egoico’. Su irradiación nutre y afina la ‘unidad mental’ humana, que vibra a la frecuencia del 4º subplano mental. Focalizando su atención amorosa en el ‘Punto medio’ de esta unidad mental, los humanos pueden transformarlo en la ‘llama de un fuego incandescente’. Este fuego consumidor procura a la Personalidad la capacidad de quemar la aislante membrana artificial, que arropa el Punto medio y hace que el ‘pequeño yo’ sea solo ‘un vano reflejo´ de su Alma ‘en el inmenso mar de la materia’. Cuando la membrana es abrasada, el Ser humano puede emprender la construción del puente ‘antakarana’. Establecerá la conexión y luego la fusión consciente de la Personalidad, el ‘pequeño yo’, con su ‘verdadero Yo, su Luz, su Alma…’.
 En la mente de unos grupos humanos más avanzados, gracias a este precioso instrumento, que es el Cuerpo Causal, ya está implantándose la Chispa del ‘Espíritu universal’, la Chispa de la divina Inteligencia activa  que Sofía personaliza a la frecuencia del plano átmico, el tercer plano cósmico etérico de la constitución humana. (Véase el organigrama)

Imagen extraída del libro Tratado sobre el Fuego Cósmico (1925) de Alice Bailey


La tarea del Ángel Solar

El Maestro Tibetano D.K. resume la tarea del Ángel Solar en relación con el Ser humano con estas palabras:
“En el tiempo/espacio y en el plano mental, el Ángel Solar es el Ser humano mismo en Su esencia. Da la capacidad de construir su propio Cuerpo Causal a fin de desarrollar su propio Loto egoico y gradualmente liberarse de las limitaciones de la forma, que ha construido, y así poner a Sí mismo, a su debido tiempo, en la línea de otro tipo de energía, la de budi.”
Pues, el trabajo de los Ángeles Solares consiste principalmente en dos tareas: por una parte,  construir el Cuerpo Causal con su Loto egoico; por otra parte, estimular el desarrollo de los Hijos del Hombre a un ritmo más alto y eso, desde la etapa del hombre-animal hasta la del hombre espiritual.
 En la primera oleada de Su acercamiento al Ser humano, los Devas solares “vieron las formas viles” del hombre-animal y se retiraron. Aún no era el momento oportuno.
En la segunda oleada, implantaron en el hombre primitivo ‘manas’, la facultad mental necesaria para su individualización. Otra vez se retiraron. Se comprobó que este implante resultó insuficiente para acelerar el desarrollo humano a la velocidad deseada. Casi resultó un fracaso. Sin embargo, la Raza raíz lemuriana, que precedió a los Atlantes, se puso al frente de la civilización de aquella época. Justificaron el esfuerzo hecho por la Jerarquía de los Ángeles Solares.
Esto provocó  la tercera oleada. Los Ángeles Solares entraron en una relación uno-a-uno con los Seres humanos. Estos últimos habían alcanzado el nivel de lo que los antropólogos llaman el ‘homo erectus’. Cada Ángel Solar se instaló en el plano mental superior de un Ser humano, ayudándole a aprender a “ser el Cuerpo Causal y tener un cuerpo físico adecuado”, dice la Tradición inmemorial. Con este nuevo cuerpo será posible  salvar el abismo existiendo entre los 3 vehículos inferiores físico-astral-mental y la aún latente ‘Tríada espiritual’ (véase el organigrama).


 Una tempestad electrónica

 Los Ángeles Solares pudieron transferir la polarización de la frecuencia vibracional del átomo permanente mental del plano V a los átomos permanentes astral y físico de los planos VI y VII de la constitución humana. Sin embargo, no pudieron expandir esta polarización más bajo que el tercer subplano etérico de estos planos.
Esta polarización nueva, que la llegada definitiva de los Ángeles Solares pudo realizar, traería profundos beneficios a largo plazo. A corto plazo fue un duro golpe. La baja de la polarización mental angélica al tercer subplano etérico de los planos inferiores provocó una tempestad electrónica caracterizada por la destrucción de muchos seres del tercer reino de la naturaleza, el Reino animal. La fuerza vibracional de la chispa implantada en la mente superior humana y la transferencia de su polarización al subplano etérico de los planos astral y físico causó la muerte de muchas formas animales parecidas a la morfología biológica humana. Por otro lado, los Cuerpos Causales humanos nuevamente polarizados vibraron con tal intensidad, que tuvieron que construir otros vehículos físicos, adaptados a la nueva situación.

El eterno  Núcleo de Fuego oculto, pero irradiante de la Mónada humana

El Antiguo Comentario describe al Ser humano antes de encarnar como ‘una Mónada, un Ser vivo singular (no dual) inextenso, indivisible y auto consciente, del cual la esencia es un átomo inmaterial con un núcleo de fuego metafísico.
A propósito de este Núcleo metafísico de la esencia atómica inmaterial de la Mónada, el Antiguo Comentario precisa:
 “El eterno Núcleo de Fuego se oculta a Sí mismo. Solo es conocido a través de la irradiación…”.
El eterno Núcleo de fuego metafísico del Átomo inmaterial de la Mónada, cuando se encarna, vibra en la banda frecuencial cósmica etérica primera de nuestra constitución humana, el plano divino ‘Adi’ o plano del Logos (véase el organigrama). Eso explica por qué el eterno Núcleo de Fuego ‘…se oculta a Sí mismo’. Incluso si pudiera manipular las frecuencias vibracionales las más elevadas del plano I, la esfera etérica morfogénica del Físico cósmico de nuestra constitución, no sería capaz de dar cualquier forma de existencia al eterno Núcleo de Fuego de nuestra Esencia atómica.
Sin embargo, el Antiguo Comentario nos tranquiliza. Explica que podemos, como humanos encarnados, conocer indirectamente nuestro eterno Núcleo de Fuego, aunque se oculta a Sí mismo, pero ‘solo…a través de la irradiación’ que emana de Él. Eso es un dato muy interesante. Nos permite verificar la veracidad de que somos creados por nuestro ‘eterno Núcleo eterno de Fuego’ y que somos arropados por un átomo, una esfera inmaterial, que abriga este Núcleo de Fuego anclado en el centro de nosotros mismos. Aunque no podemos dar forma a Su irradiación, podemos sentirla físicamente. Es aquí donde el papel de nuestro Ángel Solar se hace explícito. Si llegamos a fusionar con Él, si afinamos nuestra sensibilidad astral hasta que sea translúcida y concentramos nuestra atención intensamente, nos enseña la Tradición, experimentaremos esta irradiación. ¡Sí, sí…! y se traducirá en sensaciones ¡incluso físicas! Es posible, a condición de que nuestra atención esté muy alerta, concentrada y focalizándose como un rayo láser hacia muy adentro de nuestro vehículo corporal, hacia el Centro de nuestro ‘Templo’, hacia nuestro ‘Sancta Sanctorum’, donde arde en lo invisible nuestro ‘eterno Núcleo de Fuego’… es lo que nos confían las sagradas escrituras.
Para realizar tal intensa concentración centrípeta, existen múltiples y variados métodos. Las técnicas de meditación del Agni Yoga, el Yoga del Fuego, son muy adecuadas para una actividad tan específica. Permiten experimentar, incluso por sensación física, la irradiación de nuestro eterno Núcleo de Fuego. Y eso, nos da la satisfacción de tener, por experimentación propia, ¡la prueba de la existencia de nuestro ‘eterno Núcleo de Fuego interior’! 


Agni the God of Fire - Peter Fich


Una misteriosa Presencia

Pero hay más. El Antiguo Comentario continua su aclaración: “…y por aquello que irradia”. La finura de nuestro Cuerpo Causal hace que la irradiación de nuestro ‘eterno Núcleo de Fuego’ pueda ser captada por nuestra sensibilidad. Toma, poco a poco, la forma de una misteriosa ‘Presencia’, un anfitrión interior que la intuición de nuestro Ángel Solar revela a nuestra mente, ser divinamente noble y sabia. Por su irradiación continua desde dentro, se hace cada vez más familiar e íntima. Nos impregna tanto, que nace la conciencia de que somos Ella, que somos nosotros mismos esta Presencia divina deliberadamente prisionera en un vehículo físico. Tal experiencia evidencia nuestra soberanía. Crea una felicidad inefable.

Cuando la Mónada se encarna…

La Sabiduría inmemorial, mediante el Ángel Solar y la intuición del Alma, nos hace entender que esta Presencia, emanación del ‘eterno Núcleo de Fuego’ es en realidad la manifestación de “la Mónada del Hijo del Hombre” plasmándose en el tiempo-espacio de nuestra existencia. Lo hace en varias fases.
La primera fase de Su proceso de encarnación consiste en la emanación de Su esencia, Sus virtudes, Sus cualidades y Su Sabiduría desde el ‘anupadaka’, el plano II cósmico etérico de nuestra constitución humana, que es el nivel de frecuencia vibratoria de la cuarta Jerarquía creadora solar, las Mónadas humanas.
En la segunda fase, la Esencia de la Mónada humana, vistiéndose del Poder espiritual, de la Inteligencia activa personificada por Sofía, la divina sapiente, se transforma en la Presencia interior femenina del futuro Ser humano. Vibra en la banda frecuencial del plano III etérico cósmico, el plano ‘átmico’ (véase el organigrama).
A continuación, en una tercera fase de Su proceso de encarnación, la Sabiduría, las virtudes y cualidades de la Mónada expuesta por la divina Presencia interior femenina, están reflejadas y retransmitidas por la facultad intuitiva del Alma. Vibra en la banda de frecuencias del plano IV etérico cósmico, el plano ‘búdico’ de nuestra constitución humana.
En la fase final del proceso de encarnación, la Mónada humana se viste de la facultad mental superior del Ser humano. Vibra en la banda frecuencial gaseosa cósmica, el plano V, el ‘manásico’. Las características monádicas transmitidas por el Poder espiritual, la Presencia interior femenina, y luego, por la facultad intuitiva del Alma, se plasmarán poco a poco en el físico denso. Dará a Luz al Ser biológico humano, que intentará manifestar la divinidad de su Mónada, aquí en el inmenso mar de la materia’. En un primer momento, el Ángel Solar traducirá esta sabia Presencia divina en formulaciones abstractas. Luego, la Personalidad las concretizará con la inteligencia iluminada de su mente concreta. Esta concreción, gracias a su sensibilidad afinada por el Cuerpo Causal, suscita emociones intensas. Exultarán el gozo del descubrimiento de la divinidad humana. La expresarán con grandeza en el mundo biológico del humilde Ser humano.
Sin embargo, este sagrado proceso de encarnación de las Mónadas transformándose en Seres humanos plenamente desarrollados en los tres mundos físicos, se estancó durante largo tiempo. 


La sustancia del Cuerpo Causal es el material de construcción del ‘Antakarana’ humano

 Es aquí, durante el episodio final de la realización de la matriz de vida ‘Antropos’ en la realidad concreta, donde surgió el problema. Durante larguísimos ciclos, la frecuencia ‘gaseosa cósmica’ de la mente humana estaba tan débil y el cerebro, su instrumento biológico, tan primitivo, que las energías mentales necesarias para la individualización y el desarrollo de la auto conciencia no pudieron ser aplicadas por falta de directivas intuitivas de la Sabiduría monádica. El Plan divino de desarrollo de la matriz 'Antropos’ del ‘Hijo del Hombre’ estaba desesperadamente estancada.
Esto provocó, mandado por el Consejo general solar, la intervención de los mahadevas “Manasaputra” o ‘Hijos nacidos de la Mente’, los Ángeles Solares de la quinta Jerarquía creadora solar. Para reforzar las capacidades del Cuerpo mental, crearon un octavo cuerpo humano, el Cuerpo Causal de purísima sustancia mental. Lo anclaron en la mente superior humana, a la frecuencia de su tercer subplano (véase el organigrama). Mediante este Cuerpo Causal -como aclara el Maestro Kutumi, es sencillamente el bien conocido aura humano- los Ángeles Solares pudieron canalizar la Sabiduría monádica con sus cualidades y virtudes. Custodiaron cuidadosamente en el Cuerpo Causal esta ‘Ciencia esotérica del Saber espiritual’, pero en cualquier momento a disposición de la Personalidad o yo inferior humano en respuesta a su demanda y las necesidades kármicas oportunas por su desarrollo espiritual.


Imagen de Peter Fich

El Antakarana

Para realizar técnicamente este servicio, los Ángeles Solares, usando el potente fuego del Cuerpo Causal, vincularon el átomo permanente mental (vibrando a la frecuencia del 1er. subplano mental) con el Cuerpo Causal o egoico (vibrando a la frecuencia del 3er. subplano mental). Luego será necesario aumentar el poder de mediación de la unidad mental (vibrando a la frecuencia del 4º subplano mental, el plano mediador) para que ponga los 3 subplanos de la mente inferior o concreta del hemisferio izquierdo del cerebro en consonancia con los 3 subplanos de la mente superior o abstracta del hemisferio derecho del cerebro. Sin embargo, entre estos dos grupos de vibración mental, 1-2-3<… >5-6-7, se encuentra el gran abismo. Provoca esta penosa y pesada dualidad existencial humana, su impotencia y esterilidad espiritual.
El Ser humano, siguiendo el sendero del cumplimiento, va a usar con su Ángel Solar la nueva vinculación (1><3) del Fuego mental superior para sobrepasar el infranqueable abismo. Lo va a hacer transformando el fuego del Punto medio de la Unidad mental (4) en esta ´llama’, que calcinará con su fulgor la membrana artificial de su aislamiento (“Mi Dios es un Fuego consumidor”). Eso liberará las capacidades de mediación del Punto medio incendiado. Permitirá tender con divina paciencia, por encima del abismo, el mágico puente luminoso de 3 arcos, el ‘Antakarana’.
El Maestro D.K., el tibetano, enfatiza la necesidad de proceder a la construcción del antakarana, este puente que tenemos que tender por encima del abismo de la frustración de no sentirnos divinos. Esto sólo puede llevarse a cabo con la participación del Ángel Solar. Integrándolo en nuestra vida creativa, nos inspirará, nos transformará en Magos blancos capaces de controlar a los devas lunares, constructores y agentes de nuestro vehículo astral. Aunque los devas lunares estén por naturaleza ligados contra este proyecto de construcción del antakarana, el Mago blanco transformado en Ángel Solar por la ‘Meditación del Fuego’, subyugará irremediablemente a estos devas del mundo astral y los convertirá en benevolentes ayudantes-constructores del puente ‘Antakarana’.
 Al contrario del Mago blanco, su hermano de la oscuridad solo es capaz de trabajar con la fuerza innata de los Señores lunares. Por eso, solo es afín con todo lo que es apariencia objetiva.

El doble centro nuclear del Cuerpo Causal

El Cuerpo Causal es el vehículo más inferior, de los que sobreviven de una encarnación a la siguiente. Preserva lo esencial de las experimentaciones realizadas durante las encarnaciones sucesivas. Se extiende energéticamente desde el átomo permanente mental hacia el átomo permanente físico. Por su forma ovoidea, posee dos centros nucleares. Uno, vibra a la frecuencia del 4º sub plano mental y se manifiesta por el ‘Punto medio’, contraparte de la glándula endocrina Pineal. El otro, vibra a la frecuencia del 4º subplano astral y se manifiesta como el punto energético cardiaco, contraparte de la glándula endocrina ‘Timo’ (véase el organigrama). 
Al encarnar, la facultad morfogénica del cuerpo etérico de la Mónada humana plasma el vehículo físico. Es el vector resultante de las energías vitales, que el ‘eterno Núcleo de Fuego’ humano origina. Esta vitalización fluye, transmitida en gran parte por el Cuerpo Causal hacia los planos mental, astral y físico denso. El dinamismo de este vector del proceso de encarnación impulsa a los devas constructores mentales a activar los átomos permanentes. Esto servirá luego para construir las formas orgánicas, de las cuales el ‘pequeño yo’ será la conciencia regidora. Durante millones de años el yo inferior no ha sido consciente de la existencia del Cuerpo Causal angélico. Por su parte, durante todo este tiempo, el Ángel Solar permanecía concentrado en su propio alto nivel de conciencia. Sin embargo, su atención meditativa bajaba sin parar la mirada hacia el Ser humano a su cargo. Esperaba con paciencia los primeros síntomas de integración de la personalidad. Nos explica D.K., el tibetano:
“El Ángel Solar está en profunda meditación durante la mayor parte del ciclo de vida de un individuo. Solo cuando una medida razonable de integración de la personalidad se establece, la atención del Alma se aleja de sus propias consideraciones interiores.”


El contacto con el Alma mediante el Ángel Solar
Existen muchos sistemas esotéricos estimulando el contacto con el Alma, a pesar de que el concepto ‘Ángel Solar’ no se entienda correctamente. Existen técnicas de meditación incluso para personas con un mínimo de entrenamiento esotérico. Sin embargo, desde el momento que el Ser humano se pone a presagiar la presencia de su Ángel Solar y lo invoca en sus meditaciones, Éste responde. En un primer tiempo el contacto es esporádico. Luego, se hace más regular y termina por ser continuo.   
 El ‘eterno Núcleo de Fuego interior’ es el Centro nuclear del Átomo inmaterial auto consciente que se llama ‘la Mónada del Hijo del Hombre’. Su matriz o conceptuación es ‘el Antropos’. Este Átomo inmaterial monádico es la morada, el verdadero Edén, el Sancta Sanctorum celestial del Ser humano. Desde esta distante ciudadela espiritual, la Mónada mira hacia abajo a su vehículo, el hombre inferior. Tiene a Su servicio un emisario divino, el Ángel Solar, que mora en el palacio del Alma que rige. Raras veces el Ángel Solar abandona su palacio, excepto cuando la Personalidad, el representante del yo inferior, se abre a la luz del Cuerpo Causal, el órgano de conciencia terrenal del Yo superior o del Ángel Solar. Por esta empatía la consonancia entre el pequeño yo y el verdadero Yo entra en juego.

Imagen de Pamela Matthews


La Magia de la curación

Lo mismo ocurre cuando uno ejerce la magia de la curación. El sanador que trabaja a un nivel superior de conciencia y por lo tanto con un tipo superior de pacientes, puede trabajar con la simpatía creativa de ambas Almas individualizadas. El sanador pone su Alma en consonancia o simpatía con el Alma de su paciente mediante el aura, mejor dicho, mediante la naturaleza etérica superior del Cuerpo Causal de ambos, que no es limitada ni por el tiempo, ni por el espacio. Esta consonancia despierta la vitalidad curativa tanto del sanador como del paciente. En realidad el paciente se cura a sí mismo. La puesta en consonancia solo es un preludio. Es la introducción a la obra de auto sanación. 
Esto no acontece con el sanador corriente. Proyecta la energía astral de sus Señores lunares. Curará el fenómeno perturbador o a veces lo estimulará inconscientemente. En general, tiene un efecto inmediato y claro al nivel del síntoma. Casi siempre reaparecerá, porque la energía astral no puede neutralizar la causa no aparente del malestar. Si la causa primera es conocida, solo será eliminada por la restauración del saber, de las virtudes y cualidades de la matriz monádica de vida. Eso es la tarea del sanador trabajando con su Ángel Solar.

El Ritual de la Magia blanca

El ritual de la Magia blanca siempre empieza por la invocación del Ángel Solar para ‘ser en Él’, para practicar en Él con el Poder de una intención, pensamiento y sensibilidad en estado de perfecta fusión. Eso pone en práctica el Poder creativo del ‘Omni-yo’, la manifestación de esta fusión íntima del pequeño yo personal con el verdadero Yo del Ángel Solar.  
En este ritual creador superior, está totalmente descartada la elaborada parafernalia de la magia común. En el ritual de la Magia blanca, se celebra únicamente el poder de la atención interior concentrada. Es la única manera para invocar al Ángel Solar y experimentar como suya su Voz esclarecedora y suyo su conocimiento iluminante. Hace nacer esta misteriosa y profunda complicidad que activa las virtudes atesoradas en el Cuerpo Causal. Provoca la aparición del nuevo y potente huésped divino interior del Mago blanco, su Omni-yo.
El Maestro tibetano ha propuesto una sencilla invocación en este sentido:

<<Acércate a mí, Tú que
eres mi verdadero Yo:
mi Luz, mi Alma...
Tú que estás coronado de Gloria...
A Ti te invoco.
Acércate a mí, mi Señor, a mí, que soy
Tu vano reflejo en el inmenso mar
de la Materia...
Sin Ti no soy nada,
 en Ti soy el Omni-Yo
existiendo en Tu Individualidad
 hasta la eternidad.>>



                                 
William


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