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Sol en LEO, inspirado en el trabajo de Louise Huber




Sol en Leo 
15 de agosto de 2019 (12:29 GMT)
 

Nota Clave:
Yo soy ése y ése soy yo 


Imagen extraída del libro Los Signos del Zodíaco de Louise Huber



De la conciencia colectiva a la conciencia individual
En Cáncer, el punto más profundo del zodíaco, nos hemos ocupado de la fuente primordial de nuestra existencia, el aspecto madre divina de nuestro oculto Ser interior, de nuestro origen y de nuestra pertenencia al colectivo.
En Leo, por primera vez, nos percibimos como algo individual, diferenciado de los demás.  La conciencia colectiva de Cáncer se convierte en la conciencia individual de Leo.


El Fuego de Leo
El Fuego es el elemento activo del signo Leo. Lo libera de su pertenencia al colectivo indiferenciado y protector. Lo convierte en un ser individual autosuficiente. Crea su propio espacio vital. Sale al mundo en busca de experiencias inéditas. Se hace el punto central del espacio vital, que él mismo ha creado. Con su carisma personal dirige y conduce a los demás.
Sin embargo, este comportamiento hace que Leo se sienta solo. Es por eso que, para compensar, desarrolla el sentimiento de autosuficiencia de un individuo encerrado en sí mismo. Su lema es ahora: “El fuerte es más poderoso solo”. Lo conduce a una conciencia marcadamente egocéntrica. Llevado por la ambición, Leo exige más poder, influencia y prestigio. Llega a un punto en que, en su solitaria altura, se siente aislado y excluido de la corriente de la vida. 


La conversión interior
Es en este momento de aislamiento extremo, cuando Leo comienza la conversión interior. El impacto del Fuego anima a Leo sin parar. Su pequeño yo se da cuenta, que no es el verdadero Yo. Se siente como engañado. Busca lo que en realidad es su Yo verdadero. Experimenta que debe ser la expresión directa de su Alma. Se hace consciente que tiene que sensibilizarse a la divina Sabiduría, que su Alma refleja. Está ya experimentando su verdadero Yo como  la claridad luminosa de una inteligencia divinamente afinada. La Tradición inmemorial le confía que es un regalo, debido a la presencia de un Ángel Solar personalmente a su servicio.
Se empiezan a derribar los muros que Leo mismo había erigido. Anhela el amor y la comprensión de los demás.  La influencia de la conciencia de grupo de Acuario, su signo opuesto, le impacta poderosamente. Lo lleva a un estado de autoconciencia inclusiva. Empieza a sentirse uno con el Todo. Su sentido de la responsabilidad crece. Es mucho más comprensivo. Es ahora una potencia céntrica al servicio de los demás. Leo está realizando su meta. Ennoblecido, su pequeño yo ya está interactuando en fluida síntesis’ con su verdadero Yo, el Ángel Solar, ahora un verdadero compañero, que le inspira sin parar. 

 
Dawn Meditation - Diana Perfect 



El elemento Fuego
El Fuego, que anima Leo, tiene conexión con ‘el Ser oculto interior humano’. La Tradición inmemorial lo define como “el eterno Núcleo de Fuego, que se oculta a sí mismo…”. Es la poderosa Chispa divina, el ‘Fohat’, el Fuego eléctrico primordial de la Vida personificado, el principio animador, que electriza cada átomo haciéndolo entrar en existencia.
El impulso animador y transformador de ‘Fohat’ actúa de una manera particular en los tres signos de Fuego: Aries, Leo y Sagitario. En Aries, es el aspecto cósmico del Fuego, que revela el Espíritu. En Leo, es el aspecto solar del Fuego, creador del verdadero Yo. En Sagitario, es el aspecto planetario del Fuego, que crea la Personalidad.
Es con el Fuego solar, que el Ángel Solar revela el rol del Alma en los tres mundos de las formas físicas. El Fuego solar intensifica de una manera muy particular la autoconciencia de Leo. Lo impulsa sin parar. A través de la auto experimentación y del servicio de grupo, anima poderosamente su Personalidad. Le invita   insistentemente a expresar las divinas cualidades de este Fuego del Sol, el Fohat solar.
Este trabajo interior libera a Leo de las ataduras del colectivo. Sale de su soledad y va al mundo. Es un proceso aventurado.  Le ocasiona enredos y fricciones con su entorno. También le da sensaciones de altos vuelos. Sobrevuela su propia importancia. Liberándose, Leo descubre la auténtica autoconciencia, el opuesto de sus deseos egocéntricos.


La auténtica autoconciencia
Todo cambia cuando una persona descubre que, ‘su’ existencia no es la suya, sino la manifestación en el físico denso de su SER oculto, un átomo inmaterial, dice la Tradición inmemorial, formado desde un ‘eterno Núcleo de Fuego metafísico’.
 Sorprendida, la Personalidad de Leo se da cuenta que posee una fuerza interna con un potencial creativo insospechado. Como por arte de magia, el significado y el sentido de su existencia se clarifica. La dirige ahora de manera diferente y programa con precisión su desarrollo. Rompe su soledad autosuficiente. Ahora está comprobando constantemente, si está viviendo sólo para sí mismo o a la atenta escucha de su ‘Voz del Silencio’ que lo libera, lo abre a los demás. Surge sin palabras, profundamente misteriosa, desde la secreta intimidad de su Ser oculto. Con delicadeza busca el consenso de la Personalidad para manifestar sus cualidades divinas. La autoconciencia de Leo está despertándose.
Alguien, que se mueve exclusivamente por emociones y deseos egoístas, se encuentra lejos de la verdadera autoconciencia. Pero cuando la Personalidad es alimentada y motivada por su SER oculto, entonces irradia una alegría de vivir auténtica y benefactora, sobre todo en su entorno y en los que su fuerza sea requerida y apreciada.
Autoconciente, como un sol, Leo puede dirigir el Fohat, el Fuego solar, que fluye a través de él hacia los demás. Su Fohat es una energía cósmica, que electriza los átomos, moléculas y células humanas. Las palabras de Leo, cargadas de este Fohat, fuego de Amor solar, alientan y consuelan a los demás. Las fuerzas eléctricas de su propio micro cosmos se despiertan por consonancia. La irradiación del Fohat solar de Leo ahora atrae a sus semejantes. Les guía de forma magnética, regalándoles su calor, su alegría de existir y su poder creativo y sanador.



El Sol, el astro regente de Leo
El Fuego solar rige a Leo en los tres planos, físico, emocional y mental. Los individuos Leo autoconcientes son conocidos como portadores de Luz. Leo irradia desde dentro hacia fuera. Aclara lo que es esencial e importante, lo que está al servicio de la Fuente de Vida suya y de los demás, el eterno Núcleo de Fuego metafísico’. Esta preocupación explica el porqué de la conocida reserva de Leo. Contiene sus fuerzas internas, hasta que puedan ser útiles con toda su potencia, en el momento apropiado. No permite distracciones con cuestiones secundarias. El individuo Leo autoconciente concentra todas sus aptitudes en la meta, que la Voz del Silencio le sugiere. Cuando Leo es autoconciente del Poder cósmico, que lo habita, da siempre en la diana. Sólo dispara, cuando tiene la certeza de conseguir el objetivo.
 
Sun and Angels - Peter Fich



El peligroso proceso que conduce a Ser uno mismo
El crecimiento espiritual de Leo pasa por varias fases.
En una primera fase, buscando llegar a ser uno mismo, Leo se comporta como si ya hubiera alcanzado la verdadera autoconciencia. Busca impresionar a los demás. Este ‘pavoneo’ provoca una constante lucha con sus auténticos sentimientos correspondiendo a su Verdadero Yo. Su pretensión le engaña. En vano intenta  salvar su imagen. Sin embargo, sólo consigue alejarse de su auténtico Ser oculto, su ‘eterno Núcleo de Fuego interior’, su ‘Fohat’. Está cada vez menos en sintonía consigo mismo. Le da miedo. Intenta ser lo que no es. Se identifica con sus roles. Su falta de autenticidad crece. Esta situación lo conduce al naufragio. Lo empuja a reaccionar.
Así pues, empieza la segunda fase, los primeros signos del crecimiento espiritual. Se clarifica la diferencia entre lo que ha hecho consigo mismo, aceptando las exigencias del mundo exterior, y lo que verdaderamente es y debe hacer.
Sin embargo, los disfraces no son fáciles de reconocer. Quiere mantener por todos los medios esas máscaras. Tiene miedo de que alguien mire en su interior y descubra la verdad. Leo se ha creado una prisión. Está en soledad entre los muros. Es un autoengaño nacido del miedo de enfrentarse con la auténtica Vida irradiada desde su interior.
La tercera fase del desarrollo de la vida interior de Leo aparece, cuando se siente capaz de afrontar el riesgo de no conformidad, que la autoconciencia implica. Se atreve a dinamitar sus barreras.  Le está creciendo la Fuerza solar interna. Poco a poco se identifica con su Verdadero Yo, su Ángel Solar. Lo experimenta en los demás. Sufre profundas transformaciones interiores ocasionadas por el Fohat de su Ser oculto. Ahora ya es capaz de mantener relaciones humanas, en las que no persigue ni el poder, ni la utilización sexual del otro. Es capaz de ir más allá de la vanidosa auto admiración o del temeroso encierro dentro de sí mismo. Se da cuenta de cómo es en realidad. Debido al fabuloso ‘Fluido de Amor solar’, que ahora está experimentando con evidencia, se vuelve mucho más sensible a los impulsos del exterior y a las necesidades de los demás. Se aplica a sí mismo el símbolo del Sol, formado por un punto focal situado en el centro de un círculo que lo encierra. Descubre impresionado que, según la Tradición inmemorial, este símbolo corresponde a la definición de su Mónada, el Ser humano no encarnado: “…una individualidad autoconciente, inextensa e indivisible, cuya esencia es un átomo inmaterial, el primordial vehículo de un eterno Núcleo de Fuego metafísico.” El átomo inmaterial es el círculo. En su centro hay el sol, su eterno Núcleo de Fuego.
Ahora Leo sabe lo que anima su Poder luminoso y amoroso. Le surge desde lo más profundo de su interior. Siente que irradia desde dentro hacia fuera, desde la quintaescencia de su Punto focal cósmico hacia su entorno, expandiendo sin parar su radio de acción.


La nota clave esotérica de Leo
“Yo soy ése y ése soy yo”
Leo, ejerciendo su autoconciencia, vuelve a identificarse simultáneamente con tres cosas, su ‘eterno Núcleo de Fuego metafísico’ y, explorando el entorno, su pequeño yo “en fluida síntesis” con su Verdadero Yo. La voz del Silencio del Núcleo de Fuego, la Mónada, proclama: “Yo soy ése…” y el pequeño yo, en fluida síntesis con su Ángel Solar, el verdadero Yo, responde entusiasta: “…y ése soy yo”…y todo eso surgiendo del mismo Fuego creativo cósmico, el Fohat.
Esta nueva conciencia de Leo, la autoconciencia, hace que desarrolle una sensibilidad espiritual, que le permite permanecer identificado con lo que ES, el inmortal SER oculto, que cambia su Vida en esta existencia suya. Ahora experimenta, que el Amor no es un sentimiento. Es una energía activa universal. Es el Fohat solar, que vitaliza el Plan de creación. El astro Sol es el poderoso símbolo de su autoconciencia. Es el regente tanto exotérico como esotérico de su signo. Con el corazón en su sitio, como dice el lenguaje popular, Leo supera su soledad autosuficiente y está arduamente dispuesto tanto a dar como a recibir. Ha bajado de su trono.  Su conciencia se expande. Su refinada sensibilidad lo pone con simplicidad al servicio de sus semejantes. Es habitado por esta mágica nota clave. “Yo soy ése y ése soy yo”, “Tat wam asi en sanscrito. 


La polaridad Leo-Acuario
El signo que influenciará, de una manera muy particular, toda la Rueda zodiacal durante más de 2.000 años, es Acuario. Desde el punto de vista de los Seres humanos, Acuario ‘focaliza’ en el Punto medio cerebral la energía de Amor, radiada por el chakra del corazón. El ‘Punto medio’ está situado a la altura de las cejas a 2,5 cm de la glándula pineal, que es su manifestación en el físico denso.
Por la dinámica acuariana, Leo es empujado a unir en su ‘Punto medio’ la Inteligencia y el Amor. Eso hace que, en el Ser humano interiorizándose, surja la ‘Voz del Silencio’. Sin palabras, enseña la Sabiduría. Es la Razón pura y amorosa del SER oculto humano. Inspira sin parar a todo aspirante discípulo. Irrumpe en la conciencia. Ilumina el cerebro, que transforma en palabras estas verdaderas ráfagas de inspiración, las cuales intentará seguir incondicionalmente. Es como un soplo revelador de eternidad. Es muchas veces efímero. Es importante registrar inmediatamente lo que la Voz de la Luz espiritual intuye, para que la memoria no pierda esta lluvia de Sabiduría.
Aquí el papel del pensamiento concreto entra en acción. Formula lo que el Ángel Solar o el Alma transmitió en pura abstracción. Transforma el mensaje espiritual en palabras concretas, en formas de pensamiento. Si el Ser humano inspirado afina su arte de escuchar y une la Luz y el Amor en su Punto medio, las intuiciones llegarán a concretizarse cada vez con más frecuencia y precisión.
En este proceso, la meditación es una gran ayuda. Nos pone en contacto con el Ángel Solar, ‘nuestro verdadero Yo, nuestra Luz, nuestra Alma’. Hace crecer la atención y el amor hacia todo lo viviente, así como el amor hacia nosotros mismos. “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, anuncia el mensaje crístico. El deseo de servir crece. Se expande el horizonte. Nuestros pequeños deseos personales pierden la importancia de antaño. Nos sentimos uno con todas las cosas y nos reconocemos parte del Todo.
Este es el proceso de desarrollo de una persona, que intenta maestrear la tensión polar Acuario-Leo, o el corazón-cerebro. Cuando Irradian juntos de forma permanente, hacen surgir el camino con precisión. Permiten una gran visión. Todas las cosas se enlazan y unen.


El verdadero Yo, la Luz, el Alma
El Alma es el divino relé que transmite la Luz irradiada por el Fohat, desde el ‘eterno Núcleo de Fuego’, nuestro Ser oculto. El Ángel Solar, mediante el Cuerpo causal, que regaló al Ser humano, ha elaborado el Verdadero Yo. Ayuda al pequeño yo a captar e interpretar la intuición del Alma. Es siempre intensa. Le permite descubrir la profundidad de la Vida interior, que anima la existencia y particularmente el corazón. El pequeño yo intenta consagrarse a este Vida. Su veneración afina su sensibilidad. El Ángel Solar, heraldo del Alma, confiere a la Personalidad humana la capacidad de percibir con todos sus sentidos esta ‘Voz del Silencio’ y este halo de lo divino que le rodea. Guarda viva su dedicación.
Por eso, es tan importante la interiorización y la meditación. Nos permiten a todos estar en alerta y a la escucha de esta ‘Voz del Silencio’ con una atención concentrada. Hace radiar la inteligencia y el Fuego de Amor solar, que la Luz del Alma revela.
Insiste el Maestro tibetano D.K.: “Sólo podemos alcanzar una dimensión superior de conciencia a través de la fuerza mágica de la Luz del Alma.”
Este mes de Leo nos da la oportunidad excepcional de desarrollar nuestra sensibilidad superior, nuestra habilidad de penetrar a través de todas las formas y llegar a lo que realmente somos, la Vida misma transformada en existencia.
Que el Fuego de Leo esté presente en vuestras meditaciones de Luna llena. Es de una riqueza inimaginable.




Birth of Light - Liane Collot d'Herbois



Escucha, escucha,
¿no es tu Voz del Silencio…
la Voz de tu Luz?
Transponla 
en palabras que brillan
y sé feliz.


oOo
William

Este texto es una paráfrasis respetuosa de un extracto de la obra 
de Louise Hubert, “Los Signos del Zodíaco”. 2002 API Ediciones.











 

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