Festival de Wesak en el plenilunio de Tauro |
La descripción aquí
presentada es una síntesis de las experiencias, que diferentes peregrinos
videntes han vivido participando en este muy venerado evento espiritual.
En la cordillera himaláyica hay un
alto valle, a 150 km al oeste de Lhasa, no lejos del Nepal. Está rodeado por
elevadas montañas, cubiertas por árboles y arbustos. El valle tiene
forma oblonga y hacia el norte tiene un estrecho pasaje frente al cual se alza
una enorme peña blanca-grisácea y veteada por una sustancia brillante. Es de
casi 3,5m de largo por 1,8m de ancho y 1m de alto. El valle está cubierto por un pasto duro, como una enorme
alfombra.
Valle de Wesak - William Van Marsenille |
Momentos antes del plenilunio de Tauro, la muchedumbre de peregrinos, vistiendo ropas blancas, se reunen en el valle,
ocupando la parte sureste y dejando libre
la parte nordeste para los
Grandes Seres. Cuando empieza el ceremonial, se sientan en el suelo en gran silencio,
reverencia y meditación.
Cerca del momento de la luna llena, los Grandes empiezan a llegar con Sus mantas blancas
para encontrarse con Sus discípulos e intercambiar bendiciones.
Poco
después, aparecen los 3 Grandes Señores, en sus cuerpos etéricos y se ponen
frente a la enorme roca, mirando al nordeste. Son el Manú, el Cristo y el Maestro de la Civilización. En hondo silencio, todos los
Maestros y Grandes Seres se sientan detrás de estos tres Grandes Señores, según su rango.
A una
señal dada, todos los Grandes Seres forman tres círculos concéntricos y empiezan a
cantar. Cuando el cántico se ahonda y cobra más ritmo, los Visitantes etéricos
se materializan y una figura gloriosa se torna visible en el centro del
círculo. Le llaman con varios nombres, Krishna, Maitreya,
Bodhisattva, Cristo o el Señor de la Paz y del Amor. Es el Maestro de todos los
Maestros que forman la Jerarquía planetaria, reunida para llevar a cabo el
propósito divino de este planeta, conduciendo a la humanidad, de la oscuridad a
la luz, de lo irreal a lo real, de la muerte a la inmortalidad, del caos a la
armonía y la belleza...
Jesus Christ - Brian Jekel |
Luego,
esos círculos se convierten en un solo círculo. Después forman una cruz, en cuyo
centro está el Cristo. Aquí nuevamente el cántico conmueve los corazones y las almas.
El próximo
movimiento es un triángulo dentro del círculo, en cuyo ápice está el Cristo.
Está de pie cerca de la peña y coloca Su Vara sobre ella. En la peña puede
verse un cuenco de cristal con ornamentaciones doradas. Guirnaldas de flores de
loto la cubren y cuelgan de los rincones.
Luego
Ellos realizan otros movimientos
formando un triángulo sobreimpuesto con tres óvalos, que se entrelazan en el
centro del triángulo donde está el Cristo.
En el siguiente movimiento se forma
una estrella de seis puntas. Luego forman la estrella de Cristo, el pentagrama.
Aquí el Cristo está en el ápice, cerca de la peña. En el punto derecho está el
Manu y en el punto izquierda el Señor de la Civilización. En el centro del
pentagrama está un Gran Ser y otros cinco Grandes en los puntos interiores de
la estrella. Aquí el cántico crea gran tensión en la muchedumbre. El Cristo,
tomando Su Vara de la peña, dice:
“Presto, Señor, ven”
Luego, pone nuevamente Su Vara
sobre la peña durante unos pocos momentos antes del instante exacto de la luna
llena. Los ojos de todos los presentes se vuelven hacia la Peña.
A pocos
segundos de la luna llena, aparece en el cielo azul una mota de Luz, que
lentamente se acerca más y más, se aclara y se transforma lentamente en la figura
radiante del Señor Gautama Buda, sentado con los piernas cruzadas, con una pura
vestimenta amarilla e inundado con una imponente belleza de luminosidad y color,
Su mano derecha levantada en bendición. Cuando Él llega a un punto sobre la peña, eclipsando a los
tres Señores, la Gran Invocación es entonada por el Cristo.
Esta Gran Invocación crea una
corriente extraordinaria de energía de Amor, que atraviesa los corazones de los
aspirantes, discípulos e iniciados y despierta con fuerza Sus centros de Vida
interior.
Éste es el momento más sagrado del año, el momento en el que la humanidad y la
divinidad entran en contacto.
En el
tiempo exacto de la Luna llena, Buda, el iluminado, le pasa a Cristo la Energía
del primer Rayo, ‘el Poder de la Voluntad
de Amor’, que el
Cristo recibe y transforma en ‘Voluntad-de-Bien’.
Cristo,
que es el gran Celebrante, extiende Sus manos y toma el cuenco, lo alza sobre
Su cabeza y lo pone de nuevo en la peña. Luego los Maestros cantan himnos
sagrados y Buda, el Gran iluminado, bendice a la muchedumbre. Después desaparece
lentamente en el espacio.
Cristo
distribuye el agua bendita a los iniciados y a todos los que están presentes en
el valle. Ellos llegan en procesión, llenan sus pequeños recipientes y se
marchan en paz.
Así, una
vez por año, en la luna llena de Tauro, la humanidad se carga con las energías
del ‘Gran Amanecer’. Se presenta una gran oportunidad
a todos los discípulos para que expandan su consciencia y consiguientemente
sirvan a sus semejantes.
William
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