Sol en Piscis
7 de marzo de 2023 (11:40 GMT)
Nota clave:
"Abandono el hogar
del Padre y, al regresar, salvo"
La constelación de Piscis incorpora las cualidades de uno de los 12 Grandes Seres cósmicos, que componen el Zodiaco y colorean las facultades creativas del Sol Central de nuestra galaxia, la Vía Láctea.
Imagen de Diane Harvey |
Piscis prepara
el Terreno
Piscis, un Poder motivador
El Rayo VI de Devoción e Idealismo es un poder motivador.
Anima y prepara para acoger adecuadamente la potente Energía del Rayo I de la
Voluntad divina, emanando desde el ‘eterno Núcleo de Fuego galáctico’ y retransmitido por el Sol Central galáctico. Piscis posee además el
talento, por un proceso aún no revelado, de transformar la Voluntad divina
cósmica, que está llegando ya en cierta medida, en un deseo divino
cósmico.
Este deseo divino cósmico,
mediante la Conciencia cósmica, impulsa la Voluntad divina hacia
adelante.
Así, en nuestro Sistema solar, es nuestro Sol quien transformó la divina
Voluntad central en el deseo singular de promover la realización de un
sueño, el del Antropos. La Tradición inmemorial considera ‘Antropos’ un ‘Ser incorpóreo’.
Para que se manifieste en el tiempo-espacio, es necesario que la
sustancia informe de la materia, sea densificada y tome forma idónea.
Eso es la obra de los Devas constructores cósmicos. Al servicio de la
inteligencia creativa divina de Sofía, hacen resonar el sonido, la ‘música de las esferas’. Bajo Su batuta mágica nace el tema melodiosamente divino ‘Antropos’.
Densificando la Sustancia, la Voluntad divina hace aparecer la vibración del
sonido, que construirá Su CAUSA creadora, el ‘Verbo’ de las Escrituras.
El Poder creador en el Microcosmos humano
El Ser humano posee el mismo Poder creador cósmico. Emana del ‘eterno Núcleo de Fuego’ de su propio microcosmos corporal, un fractal holístico del ‘eterno Núcleo de Fuego galáctico’. Es ‘eterno’. Nunca nació y jamás morirá. De él surge la vibración del sonido creador de su propio ‘Verbo’. Lo pronuncia su propia Inteligencia creadora, su Sofía interior.
Con este mágico Verbo creador sofiánico, el Ser humano concibe el propósito de su existencia.
Con este mágico Verbo creador sofiánico, el Ser humano concibe el propósito de su existencia.
El Poder animador del Rayo VI de Piscis transforma esta
Voluntad en ‘deseo divino de existir’ que, luego, su Espíritu monádico proyecta. El Alma, en
su papel de mediadora, refleja este Propósito y deseo de existir hacia la
Personalidad, el maestro del cuerpo físico. Ésta, en función de sus aptitudes,
capta el propósito y, estimulada por la Devoción e Idealismo del Rayo VI, intentará realizar una existencia lo más
conforme posible a este ‘deseo divino de existir’ de su eterno Núcleo de Fuego.
El Alma, mediadora cada vez más perfecta
El Alma, inspirada por Sofía, la sapiente, y vivificada por la
Energía animadora de Piscis, va a reconocer progresivamente y de la manera más
perfecta posible el desarrollo del Proyecto de Vida humano. Este reconocimiento
por el Alma se refleja en las experiencias intuitivas de la Mente. Abre
paradigmas desconocidos. Amplifica el campo de conciencia. Traduce, cada vez
más perfectamente, la Voluntad creadora del Núcleo de Fuego transformada en el deseo
divino sofiánico de cumplir el proyecto de existencia. Este ‘deseo de cumplir’ es
especialmente animado y empujado por el impacto del Rayo VI de Devoción e
Idealismo, que tiene su intensidad máxima cuando ‘el Sol está en Piscis’.
‘Abandono el
hogar de mi Padre’
La mente del microcosmos humano, por la Sabiduría de Sofía, reconoce por intuición la Voluntad divina de su eterno Núcleo. El Rayo VI por su devoción a la Causa la transforma en deseo
divino de existir para cumplir el Propósito.
Es
este deseo divino que incita al Alma a abandonar el
Hogar del Padre, el ‘eterno Núcleo de Fuego’. Dejando el ambiente
meditativo de Sofía, va a combinar con el cuerpo humano, la forma que la personalidad
rige. Va poco a poco a embeber esta nueva combinación con su Sabiduría.
El nivel de la Conciencia humana se eleva y
el deseo divino de un ‘segundo nacimiento’, el del Cristo interior, que
ilumina el Corazón humano, se revela.
Retornando, yo soy el que salva
Esta manifestación crística se realiza en tres fases. En un
primer tiempo, por el abandono del hogar del Padre, sucede el cautiverio del
Alma por la forma física. Luego, en un segundo tiempo, es el Alma que cautiva
la forma y la fascina por la Sabiduría de Sofía y el nacimiento en el corazón del Cristo interior. En
la última fase, el Cristo, por el anhelo de su Alma de retornar al hogar de su
padre, renuncia a la existencia en la forma. Su ‘crucifixión’ es el símbolo de
la muerte aparente o física. En realidad es sólo un movimiento de retorno que se
transforma, liberador y armonioso, en resurrección, ascensión y fusión
consciente con el ‘eterno Núcleo de Fuego’, el hogar de la Vida eterna. Llegando al
hogar del Padre, el peregrino exhausto de su andar errante, pero alegre, puede exclamar: ‘retornando, salvo’.
Nos enseña el Maestro D.K.:
“Así, sobre la rueda invertida el Alma comienza a distanciarse de la Personalidad y a identificarse conscientemente con el Único, que la había enviado”
Nos enseña el Maestro D.K.:
“Así, sobre la rueda invertida el Alma comienza a distanciarse de la Personalidad y a identificarse conscientemente con el Único, que la había enviado”
La distanciación con el Único, el Padre, y la
identificación cautivante con lo físico constituyen el movimiento de abandono.
La rueda invertida, al contrario, realiza el movimiento de retorno.
Provoca un cambio profundo de conciencia. La Personalidad humana inspirada por la Sabiduría de Sofía, se hace
discípula de su Cristo interior. Éste motiva profundamente y anima su Espíritu
de Servicio. Transforma el Ser humano en ‘Yo soy, el que salva’.
Los Señores de
la Voluntad y del Sacrificio
Así
la redención, nacida de la crucifixión, significa el
‘Retorno al Hogar del Padre’. Al nivel macrocósmico como microcósmico,
el giro invertido de la rueda está cumpliéndose
ahora mismo. Los Señores de la Voluntad y del Sacrificio están
descendiendo a
los niveles de las ‘existencias que animan las formas físicas’.
Sacrificando sus elevadas posiciones, elevarán estas existencias a su
propio nivel.
Resucitarán las formas.
Estos Señores de la Voluntad y del Sacrificio -y esto
sorprende y asombra- son esencialmente los Seres humanos ahora en
encarnación o encarnándose. Son cualificados por el Conocimiento, la Energía
de Amor y Sabiduría, la Voluntad de su Núcleo divino. Son marcados
fuertemente por la perenne dedicación pisciana. Motivados por el
divino deseo de servir inspirado por Piscis,
estos Seres humanos, saliendo de la Era de Piscis, lograrán de modo
científico la soberana liberación, que “absorbe nuevamente
en el móvil original, el eterno Núcleo de Fuego” (el Antiguo Comentario)
Piscis rige los
pies
El Maestro D.K. nos enseña:
“Piscis rige los pies. De allí la idea de progresar,
de lograr la meta y de hollar el sendero de retorno. Ha sido la subyacente
revelación espiritual del gran ciclo pisciano, que está terminándose.”
A lo largo del camino de peregrinaje de los Seres humanos,
el Gran Señor incorporando el divino deseo de la constelación de Piscis, ha
sido el origen de todas las enseñanzas impartidas por todas las religiones del
mundo. El ‘hollar el sendero de retorno’ hace que los
predominantes procesos generativos de
las apariencias físicas cedan su lugar, esotéricamente hablando, a la regeneración
de la creatividad de la mente. Nacen nuevas herramientas. Permiten una nueva
visión fecundada por la intuición del Alma. El peregrino, pasando de Piscis al
ciclo de Acuario, será intensamente creador.
Los dos regentes
planetarios de la Energía cósmica de Piscis
Los dos planetas
que rigen en nuestro sistema solar
las energías repartidas por la constelación de Piscis, son Júpiter y Plutón.
El Planeta Júpiter transmite la potencia magnética del Rayo II de Amor-Sabiduría. Por este magnetismo el Alma humana se vincula con la forma. Desarrolla la interacción sintética de la cabeza y del corazón, instrumentos de la Voluntad y la Sabiduría. Cuando estos polos opuestos fusionen, se manifestará, desde dentro hacia fuera, la irradiación del Cristo interior de cada Ser humano. Esta irradiación crística de la Raza de los Seres humanos incorporará, por el impulso continuo del Rayo II de Amor, el ‘deseo divino de unificar según la Voluntad divina’.
El Planeta Júpiter transmite la potencia magnética del Rayo II de Amor-Sabiduría. Por este magnetismo el Alma humana se vincula con la forma. Desarrolla la interacción sintética de la cabeza y del corazón, instrumentos de la Voluntad y la Sabiduría. Cuando estos polos opuestos fusionen, se manifestará, desde dentro hacia fuera, la irradiación del Cristo interior de cada Ser humano. Esta irradiación crística de la Raza de los Seres humanos incorporará, por el impulso continuo del Rayo II de Amor, el ‘deseo divino de unificar según la Voluntad divina’.
El planeta Plutón,
transmite la potencia eléctrica del Rayo I de Voluntad y Poder. Al
inicio, es una fuerza que destruye lo viejo. Crea nuevos espacios vírgenes. Sin
embargo y paradoxalmente, su destructividad desenmascara y conquista la muerte. Revela que en
realidad no existe, que es parte de la Gran ilusión. Su poder divino destruirá
las limitaciones de la Conciencia humana básicamente relacionada con la
mente concreta y su órgano, el cerebro, fabricantes de su ficticio dueño, el pequeño yo. Demostrará así que la muerte es una
ficción nacida de la imaginación cautiva en la forma. Por su fuerza
destructiva, el Rayo I amplificará la dimensión imaginativa aún reducida por la
densidad física. El incentivo divino del Rayo I restablecerá ‘la soberanía
natural e infinita de la Inteligencia creativa’ del Ser humano. El Rayo I
es el proyecto de Vida grabado en el arquetipo del ‘eterno Núcleo de Fuego interior’ humano, que reside en la simiente. Hace crecer la existencia
humana destruyendo sucesivamente las diferentes formas, que guardan
‘crucificada’ su conciencia. Esta destrucción posee un significado oculto.
Manifiesta la ‘Voluntad de iniciar’. Transformada por el Rayo II de Piscis en ‘deseo de
iniciar’ el camino, conduce a la resurrección, la ascensión a otras
dimensiones y a la soberanía del Ser humano liberado de la crucifixión.
William
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